Se ha ido la dulzura, la alegría, la valentía y el coraje. Se ha ido ella. Y no puede ser cierto. No, porque ella era imbatible. Ella era la luz que nos guiaba y los pasos que seguíamos. Ella era única.
Te llevas de mí parte de mi alma, y te quedas para siempre en mi corazón, grabada con fuego.
Camino y hablo despacio, porque me pesa la pena. La pena de haberte visto marchar. Porque no sabes cuánto te he querido, y te he alabado, y te he adorado. Porque tú has sido lo más bonito, lo más dulce, la más fuerte. Un ángel.
Te quiero, te he querido y te querré, por siempre. Y tú lo sabrás. Porque tú ahora podrás mirar mi interior. Y en mi interior solo está el dolor de perderte. Porque te siento tanto...
Mi yaya...
domingo, 24 de octubre de 2010
domingo, 3 de octubre de 2010
jueves, 30 de septiembre de 2010
Now or never.
Hoy se ha cruzado en mi camino un consejo, un aviso. Curiosamente en un curioso momento del día; tras unas palabras -sinceras- que han hecho que el cuerpo de quien las ha pronunciado se volviese más translúcido, dejándome así entrever la dirección de los latidos de su tímido corazón.
Una señal; un cartel no luminoso incitándome a reaccionar.
Me gusta pensar que el destino juega con nosotros. Que constantemente está incidiendo en nuestras vidas aconsejándonos sin hablar.
Entonces, ¿qué se supone que tengo que hacer? Todo encaja -o va encajando-. ¿Debo seguir esas huellas, sospechosas de ser, únicamente, paranoias mías? Quien no arriesga, no gana. Y yo, ya no tengo nada más que perder.
Me parece que he de intentarlo -de nuevo-. Pues llevo mucho tiempo esperando no sé lo qué, sin poder acallar del todo mis confusos sentimientos. Tal vez, quizás, quién sabe, sea esta una oportunidad para darme cuenta de que, realmente, no tiene porqué ser tan...
imposible.
Una señal; un cartel no luminoso incitándome a reaccionar.
Me gusta pensar que el destino juega con nosotros. Que constantemente está incidiendo en nuestras vidas aconsejándonos sin hablar.
Entonces, ¿qué se supone que tengo que hacer? Todo encaja -o va encajando-. ¿Debo seguir esas huellas, sospechosas de ser, únicamente, paranoias mías? Quien no arriesga, no gana. Y yo, ya no tengo nada más que perder.
Me parece que he de intentarlo -de nuevo-. Pues llevo mucho tiempo esperando no sé lo qué, sin poder acallar del todo mis confusos sentimientos. Tal vez, quizás, quién sabe, sea esta una oportunidad para darme cuenta de que, realmente, no tiene porqué ser tan...
imposible.
lunes, 13 de septiembre de 2010
1.
Es sabido que hoy la lunática ha conocido un nuevo destino que se convertirá en habitual durante un largo periodo de su vida.
sábado, 17 de julio de 2010
.
Nos queda el presente, que ya es suficiente, y no nos debe faltar. Nos queda la suerte, que si se balancea un poco, nos puede tocar...
jueves, 15 de julio de 2010
Coraza
Supongo que son cosas de la edad.
Sí, lo sé. La edad del pavo ha pasado. La mayoría de edad llegó hace unos meses, pero voy a seguir excusandome con eso.
Sí, me gusta pensar que algún día dejaré esta inestabilidad emocional y esta sensación de que estoy completamente perdida en un mundo absolutamente loco y absurdo.
Pero hasta entonces seguiré dando tumbos, cayéndome y levantándome yo solita.
Me propongo a partir de hoy intentar que me afecte lo más mínimo posible todo aquello que hasta ahora me preocupaba en exceso. No voy a detenerme en los fallos; no voy a dejar que la rabia, el odio, la envidia, la irritabilidad o la tristeza me afecte.
Tal vez suene extraño, pero voy a seguir añadiéndole capas de acero a esta coraza que empecé a construir cuando la vida me dió el primer golpe.
Me da igual parecer fría o insensible. Sé que la imagen que puedo dar no se corresponde en su totalidad con lo que verdaderamente siento.
Es una manera de defenderme ante el peligro que pueda haber ahí fuera.
Hay que tener mil ojos.
Las cosas no son lo que parecen.
Sí, lo sé. La edad del pavo ha pasado. La mayoría de edad llegó hace unos meses, pero voy a seguir excusandome con eso.
Sí, me gusta pensar que algún día dejaré esta inestabilidad emocional y esta sensación de que estoy completamente perdida en un mundo absolutamente loco y absurdo.
Pero hasta entonces seguiré dando tumbos, cayéndome y levantándome yo solita.
Me propongo a partir de hoy intentar que me afecte lo más mínimo posible todo aquello que hasta ahora me preocupaba en exceso. No voy a detenerme en los fallos; no voy a dejar que la rabia, el odio, la envidia, la irritabilidad o la tristeza me afecte.
Tal vez suene extraño, pero voy a seguir añadiéndole capas de acero a esta coraza que empecé a construir cuando la vida me dió el primer golpe.
Me da igual parecer fría o insensible. Sé que la imagen que puedo dar no se corresponde en su totalidad con lo que verdaderamente siento.
Es una manera de defenderme ante el peligro que pueda haber ahí fuera.
Hay que tener mil ojos.
Las cosas no son lo que parecen.
viernes, 9 de julio de 2010
¡Y cómo no...!
Si tengo algo que destacar de mí es que tengo la capacidad de que mi estado de ánimo dé más vueltas que una noria. Tanto que a veces temo que tanta vuelta pueda llegar a desencadenar en mí ser algún síndrome bipolar de esos chungos.
Pero bueno.
Lo pasado, pasado está.
Ahora sólo puedo hablar de cómo me siento hoy.
De cómo soy capaz de sentir que voy a explotar de felicidad en cualquier momento.
¡Me hacía tanta falta dejar el reloj en una esquina de mi cuarto...! Tenía tantas ganas de romper las manecillas que hacen correr al tiempo. Tantas ganas de no saber ni en qué día vivo...
Empezaba a sentir la necesidad de estirar las piernas y los brazos, respirar mientras levanto la mirada, ver ese cielo despejado, y sonreír. Gastando únicamente mi tiempo en "salir, beber, el royo de siempre"; en ir y venir, en conocer, en vivir.
Disfrutar de cada momento. ¡Cuántas veces habré escuchado esa frase sin conocer lo que se siente si lo haces...!
Me encanta esta sensación.
Pero bueno.
Lo pasado, pasado está.
Ahora sólo puedo hablar de cómo me siento hoy.
De cómo soy capaz de sentir que voy a explotar de felicidad en cualquier momento.
¡Me hacía tanta falta dejar el reloj en una esquina de mi cuarto...! Tenía tantas ganas de romper las manecillas que hacen correr al tiempo. Tantas ganas de no saber ni en qué día vivo...
Empezaba a sentir la necesidad de estirar las piernas y los brazos, respirar mientras levanto la mirada, ver ese cielo despejado, y sonreír. Gastando únicamente mi tiempo en "salir, beber, el royo de siempre"; en ir y venir, en conocer, en vivir.
Disfrutar de cada momento. ¡Cuántas veces habré escuchado esa frase sin conocer lo que se siente si lo haces...!
Me encanta esta sensación.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)