viernes, 2 de octubre de 2009

.


Dicen que pasamos media vida durmiendo. Media vida apoyando nuestra cabeza en la almohada y soñando. Y también dicen que los sueños, sueños son. Pero esos fragmentos no pueden ser simples cortometrages sin sentido. Son fragmentos de una vida paralela a nuestra cama. Si no, no tendría sentido gastar una media de 8 horas cerrando nuestros ojos, y dejando camino libre a nuestro inconsciente. Porque cuando dormimos, además de descansar de la realidad del día a día, dejamos que nuestros más profundos sentimientos afloren, coherente o incoherentemente. Pero salen de dentro, porque necesitan expresarse. Por eso, creo que hay una interconexión entre sueño y realidad. Los sueños nos quieren decir cosas silenciadas en la vida real. Nuestro cerebro nos habla de noche, porque de día estamos demasiado ocupados como para escucharle. Los sueños a veces es la repetición de lo vivido. Los sueños, a veces son la realidad. Hay gente que sueña cosas que luego pasan. A veces son premoniciones. A veces son presentimientos. A veces un sueño te muestra lo que podría haber ocurrido. Tienen un significado. Y tienen un poder, muy fuerte. Porque la mente tiene mucho poder. Pero la mayoría no lo saben. Hay que pararse a escuchar lo que nos dice nuestro interior, lo que hay dentro de esas paredes de piel.
Apaga la música. Vete de la habitación a un lugar más silencioso. Invoca el silencio por unos minutos. Reflexiona. Piensa. Evádete del mundo por un instante.